31 de marzo de 2012

The Wall Parte 2

Estaba yo contando cómo redecoré mi cajita de trufas.
El problema es que pintar todo el corcho de rojo se me hacía una tarea de titanes, y por mucho que contara con la ayuda de la P, no veía yo que tuviéramos muchas posibilidades de éxito. A parte que pasar de la caja de trufas a habitación roja total me parecía un poco exagerado. 
Así que lo que hice fue seleccionar una lámina de corcho de detrás del espejo y ver cómo quedaba. Primero apliqué con el rodillo un par de capas de tapaporos, y más tarde una capa de pintura. Con la primera capa, el resultado era tremebundo pero todo mejoró con la segunda y acabo de arreglarse con la tercera. 
Unos días más tarde, escogí mis dos primeras láminas y repetí la operación. No quedó perfecto pero afortunadamente lo pude arreglar, entre otras cosas porque escogí las láminas de arriba del todo de la pared y para ver los defectos había que subirse a una escalera y mirar con lupa, por lo menos yo que estoy cegata perdida.
Unos días más tarde, en vista de que me sobraba pintura, escogí otras dos, y luego otras dos. Así iba yo cuando afortunadamente una mano me paró y me dijo alto ahí o esto parecerá un tablero de ajedrez.
A regañadientes, tengo que reconocerlo, cerré el pote de pintura y di la operación por terminada.

No sé qué opinarán los gurús de la decoración, probablemente nada bueno, pero yo estoy la mar de contenta.

Sopa del Comidista

¿A que me lanzo a hacer una sopa con los restos de las hojas de alcachofa?
¡A que no!
Dicho y hecho. Después de preparar cuatro alcachofas como me enseño mi mamá, en una olla con un dedo de agua, sal y pimienta y un chorrito de aceite, me planto con mi súper tablet en el blog del Comidista y busco la receta que leí hace unos días. Le estoy dando un crédito más del que se merece, porque la anterior experiencia no fue muy satisfactoria que digamos, aunque admito que igual influyó la aportación personal a la receta...
A ver, aquí dice que limpie las alcachofas, esto ya lo he hecho, y que corte las puntas y/o los tallos, y que ponga todo eso en una olla a cocer 20 minutos. ¿Tú crees que cuando dice todo será todo todo?
Ni caso. Cojo todo lo que me ha sobrado, tallos, hojas y hasta migas de pan del bocata que me he hecho antes y lo pongo a hervir.
A la media hora, vuelvo a la cocina, y empiezo la operación minipimer. El caso es que el Comidista dice triturar, y yo lo único que tengo para triturar es mi minipimer. Enseguida me doy cuenta de que la voy a liar. Las aspas se enredan con la fibra de las alcachofas de mala manera. El pobre minipimer echa humo, así que voy parando de vez en cuando,  enchufando y desenchufando el minipimer, no sea que encima me triture los dedos, para poder arrancar los hilos, que son como pelos de barba de viejo verde. No estoy segura de estar haciendo lo correcto, lo que sí veo es que me está quedando la cocina hecha un asco. No me atrevo ni a hacer fotos.
Mientras tanto, echo un ojo a la receta: Pelar y picar los cebollas y los puerros y pocharlos 20 minutos.
Bueno, puerros no tengo, pero por ahí alguien ha comentado que le puso zanahorias.
Oyeeee, puedes buscar el comentario de las zanahorias?
¿¿¿¿Cómo???
Veeeeeeeeeeeeeeeeen.
La P deja su interesantísimo periódico y se acerca a regañadientes.
Que si me puedes buscar un comentario que dice que le puso zanahorias en vez de puerros.
¡¡Pero si hay más de 80!!
Pues es uno de esos.
Después de tres minutos, desiste:
No lo veo, no está.
¡Que sí que está!
No está, te lo habrás inventado.
¡¡¡¡Agggggggggh!!!! ¡¡¡Que yo estoy muy ocupada con las barbas, hombre!!!
Cojo la tablet y al segundo lo encuentro.
¿¿¿Y esto qué es???
Ñumff….
De castigo, lo pongo a pelar cebollas y zanahorias para continuar con la receta. Una vez pochado, añado las patatas. Como no tengo vino, le pongo un chorrito de brandy. Como dice mi amiga Mariana, hay que echarle imaginación.
Mientras se hacen, acabo de aplastar, triturar, y depilar mis alcachofas y paso todo por el chino, que es un aparato que me encanta, no sé si lo he dicho antes. Queda una cremita con un color verde sospechoso pero eso me lo callo y lo pongo a hervir.
Cuando hierve, añado las verduras y lo dejo 20 minutos.
Hmmm. Esto cada vez tiene peor pinta. Parece sopa de la bruja más mala de todos los cuentos. Cuando la patata está tierna, lo retiro del fuego, lo paso por el minipimer, esta vez sin problemas capilares, y luego por el chino.
Es hora de comer. Nos sentamos a la mesa y sirvo dos platos.
Espera, déjame probar primero, que no estoy yo muy segura.... Igual es un asco.
No, mujer.... si tiene ejem muy buena pinta....
Y ahora, se admiten apuestas.

20 de marzo de 2012

The wall Parte 1

Érase un apartamento algo vetusto y frío. Érase una habitación del apartamento forrada de corcho. Érase un gato travieso que gustaba de rascarse las uñas con el corcho. Érase finalmente una pared de la habitación destrozada a arañazos. Un buen día, decidí arrancar el corcho y le pido ayuda a la P. De eso hace dos años, y aún contando con la inestimable ayuda de la P, sólo arrancamos la mitad. Era eso o arrancar la pared entera, incluyendo las tuberías del baño, que está del otro lado. 
Y así se quedó durante dos años. Hasta que un bun día, harta de ver esos horribles desconchones decidí pintarla, contando de nuevo con la ayuda de mi oPerario favorito. 
Primero pusimos masilla en los agujeros, luego lijamos, volvimos a masillar y a lijar, así unas cuantas veces, durante varios fines de semana. Finalmente decidí que estaba lista para pintar, así que fui a comprar pintura. La idea era pintar la pared entera, incluyendo el corcho así que tras varias visitas a la droguería de la esquina, compré un esmalte apto para ambas superficies, por si acaso. Y compré un tapaporos para el corcho, y un liquido adhesivo para preparar la pared.  La primera capa quedó así, con las marcas de los desconchones a la vista, lo que le da un aspecto rústico que no me desagrada del todo. Una pared perfecta habría cantado demasiado.
Una vez los muebles puestos, quedó esto.
Pero esto no era suficiente, el resto de la habitación quedaba sin gracia, más bien horrible y en los días grises parecía una cajita de trufas pero sin trufas.
Asi que primero tiré las sábanas y me compré dos juegos nuevos mucho más bonito que ese, y también un tapete nuevo, a juego con no se sabe muy bien con qué.
Y entonces cogí el pote de pintura y volví al ataque.