Llevo varios días llegando tan temprano a trabajar que ya hay quien me ha pedido explicaciones. La razón es muy sencilla: tener un gato que en primavera, más que gato parece moscardón. Hacia las siete de la mañana, después de haberse pasado toda la noche entrando y saliendo de la habitación, saltando sobre la cama en un intento de bedjump gatuno, caminando por encima de mis piernas como un equilibrista, saltando sobre mi cabeza una y otra vez, abriendo los cajones para jugar con los calcetines, correteando por el pasillo tipo correcaminos, haciéndose la manicura sobre el corcho de la pared, etc, a esa hora vuelve, muerto de hambre después de tanto ejercicio nocturno, salta sobre mi con la patita derecha extendida y me suelta un guantazo que supera la efectividad de cualquier despertador.
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