29 de diciembre de 2007

Las Desiertas Abarcas

Hoy me he topado con este poema de Miguel Hernández. He pensado en mis sobrinas, que tantas cosas tienen, y tanto les cuesta a veces desprenderse de ellas.

Por el cinco de enero,
cada enero ponía
mi calzado cabrero
a la ventana fría

Y encontraba los días
que derriban las puertas,
mis abarcas vacías,
mis abarcas desiertas.

Nunca tuve zapatos,
ni trajes, ni palabras:
siempre tuve regatos,
siempre penas y cabras.

Me vistió la pobreza,
me lamió el cuerpo el río
y del pie a la cabeza
pasto fui del rocío.

Por el cinco de enero,
para el seis, yo quería
que fuera el mundo entero
una juguetería.

Y al andar la alborada
removiendo las huertas,
mis abarcas sin nada,
mis abarcas desiertas.

Ningún rey coronado
tuvo pie, tuvo gana
para ver el calzado
de mi pobre ventana.

Toda gente de trono,
toda gente de botas
se rió con encono
de mis abarcas rotas.

Rabié de llanto, hasta
cubrir de sal mi piel,
por un mundo de pasta
y unos hombres de miel.

Por el cinco de enero
de la majada mía
mi calzado cabrero
a la escarcha salía.

Y hacia el seis, mis miradas
hallaban en sus puertas
mis abarcas heladas,
mis abarcas desiertas.

20 de diciembre de 2007

Mini Love Story

Reserva el vuelo, coje el avión, va a verle.
La quiere, la rechaza, le gusta, la aparta, quiere estar con ella, no quiere, la empuja, la abraza, le da una patada.
Tres días muy cortos y una larga decepción.

27 de noviembre de 2007

Confusión

Les tengo un cariño especial a los patos. Pronunciar la palabra y saltar de la p a la t a través de una a cortita que casi no suena. Decir patito e imaginarse uno de goma amarillo. Tengo una historia particular con un pato violeta con una bufanda, una historia que se perdió en otro blog. Tengo un gato que no es un pato, pero por poco.

21 de octubre de 2007

¿Y por qué nadarán en círculo?


¿Por qué los patos vuelan en V?
El primero que levanta vuelo abre camino al segundo, que despeja el aire al tercero, y la energía del tercero alza al cuarto, que ayuda al quinto, y el impulso del quinto empuja al sexto, y así, prestándose fuerza en el vuelo compartido, van los muchos patos subiendo y navegando, juntos, en el alto cielo.
Cuando se cansa el pato que hace punta, baja a la cola de la bandada y deja su lugar a otro pato. 
Todos se van turnando, atrás y adelante, y ninguno se cree superpato por volar adelante, ni subpato por marchar atrás.Y cuando algún pato, exhausto, se queda en el camino, dos patos se salen del grupo y lo acompañan y esperan, hasta que se recupera o cae.
Juan Díaz Bordenave no es patólogo, pero en su larga vida ha visto mucho vuelo. El sigue creyendo, contra toda evidencia, que los patos unidos jamás serán vencidos.
Eduardo Galeano