8 de agosto de 2012

Reparando un bizcocho

Meterse en la cocina en pleno agosto para preparar un pastel no parece a priori muy buena idea, pero habiéndome comprometido con mis compis de trabajo a llevarles uno mañana, no me queda otro remedio. Además tengo todos los ingredientes necesarios para repetir el Bizcocho de Manzana que ya he comprobado que me sale bien. Es decir azúcar, aceite, yogur, harina, levadura, huevos, ¡incluso manzanas!. 
Llego a casa en modo Miss Pastelitos. Saludo a Federico, le pongo comida, enciendo la tablet, enciendo la tele porque acaba de empezar Elizabethtown en la Paramount y la quiero ver, busco la receta, me lavo las manos, y me pongo manos a la obra.
Corto las manzanas en trozos y los dejo bañándose en coñac, miro la receta y de paso le echo un ojo a la tele. Vuelvo a la cocina. Mezclo los huevos con el azúcar y bato un rato delante de la tele encendida. Miro la receta y decido que quizás es mejor batir con la minipimer. Vuelvo a la cocina. Enchufo la minipimer y bato. Vuelvo al comedor, miro la receta. Miro mi peli. Vuelvo a la cocina. Añado el aceite y bato un poco. Añado la harina y la levadura, y batiendo vuelvo al comedor a ver como sigue la peli. Vuelvo a la cocina. Cojo el molde y lo unto con mantequilla, enciendo el horno, voy un rato a ver la tele, vuelvo a la cocina, pongo la mezcla en el molde, introduzco los trozos de manzana, pongo finalmente el molde en el horno y regreso muy feliz al comedor a acabar de ver la película mientras se cuece mi pastel.
Pero.... Ahora que lo pienso.... La masa estaba un poco líquida ¿no? ¿Lo habré hecho bien? Mira que si me he dejado algún ingrediente, me va a salir un churro, una pastel líquido, un baño de manzana en natilla. Y cómo se lo cuento mañana a mis compis... Leo la receta a ver qué me he dejado. ¡¡Ostras, pues sí!! Con tanto ir y venir, he puesto mucha menos harina, eso explica que las manzanas estuvieran como nadando en una piscina...
A ver, calma, calma, que solo ha pasado un minuto....¿Qué puede hacer una mujer de amplio historial de metidas de pata culinarias como yo?
Primero: volar a la cocina y sacar el molde del horno.
Segundo: calcular cuánta harina falta. Si he puesto dos potes de yogur y eran 250 gramos, pues mido 250 gramos y le resto dos potes de yogur. 
Tercero: pescar de la mezcla los trozos de manzana con la cucharilla salvavidas.
Cuarto: volver a pasar la mezcla al bol, añadir la harina que faltaba, batir alegremente y volver a llenar el molde.
 Quinto: coger la manzana, e introducirla de nuevo en la nueva mezcla.
Sexto: abrir el horno, cuidando de no quemarse porque a estas alturas está ardiendo, introducir el molde, esperar 40 minutos ¡¡y ya está!!
Aquí no ha pasado nada.

11 de julio de 2012

El postre del AVE

No es por criticar a nadie, mucho menos yo que no soy Ferran Adrià precisamente, ¿pero alguien en su sano juicio podría decir que esto es un postre?
Se me ocurre la receta: Coge una galleta María (vale de la marca Día, Hacendado incluso Lidl), deposítala sobre un fondo de puré de lo que te dé la gana. ¡Y listo!

Eso sí, barato debe ser.

30 de junio de 2012

Quiche de puerros y salmón, edición 1987

No tengo más remedio que reconocer que este blog se ha convertido en un simple recetario. Escribo, luego cocino. O igual es al revés, cocino, luego escribo.
Pero claro, cocinar, cocino entre nada y poco.
Para San Juan, tuve invitados a cenar y como no quería complicarme la vida opté por hacer lo que sé hacer (algo así como el PP pero con mejores resultados), es decir una quiche. Esta vez resolví la receta recurriendo a unas notas que escribí allá por el 87.
Aquí el reto no era disponer de los ingredientes, sino entender mis propias instrucciones, entre otras cosas porque las únicas instrucciones que había escrito eran unos cuantos ingredientes y un de flechas. Afortunadamente cuento en mi haber ser una mujer de recursos, con amplia experiencia en cocina de urgencia.
Más o menos el proceso iría así.
Coger una cebolla y cortarla a pedacitos. Eso no estaba en las notas, pero por una vez que tengo cebolla, pues la uso.
Coger tres puerros y cortarlos en pedacitos. Creo que en lenguaje culinario, se llama juliana pero no estoy segura, y en cambio, puedo afirmar con rotundidad y alevosía que los pelitos del puerro se descartan y que nadie intente convercerme de lo contrario.
Rehogarlo todo en la sartén con una cucharada de aceite y mantequilla y un chorrito de agua.
Cortar 200 gramos de salmón y reservar. Cuando digo reservar, me refiero a preservar de las fauces de Federico que se vuelve loco oliendo el salmón.
Batir cinco huevos.
Coger el queso Bajar volando al super a comprar Philadelphia.
Mezclar el queso con los huevos. Aunque parezca imposible, se mezcla.
Extender la masa de hojaldre y colocar encima los puerros y desparramar los trozos de salmón. Y luego echar los huevos por encima. Raro, raro, pero eso parecián indicar mis flechas.
Y el resultado es que un poco más, y no me da tiempo a hacer la foto.
Lo cual demuestra, mi querido público, no sólo que mi quiche estaba riquísima, sino que hasta el más zoquete y el más inepto tiene que poder invitar a sus amigos a cenar una home made quiche.

27 de abril de 2012

Quiche de brócoli y calabacín

Voy a escribir esta receta mientras se me cuece la quiche en el horno, que por cierto, espero que no se me queme. No tengo ni idea de cómo me quedará porque la receta me la he inventado enterita. La cuestión es que esta noche tengo una cena y se me ha ocurrido preparar algo. Y la otra cuestión es que he llegado a casa a las 5h30 y he quedado a las 8h00 así que si quería hacer algo, tenía que ser en tiempo récord. He mirado la nevera a ver qué había: doce huevos, un calabacín, un pote de leche evaporada y medio brócoli. Perfecto, sólo me faltaban algunos ingredientes. He bajado corriendo al súper y he comprado queso rallado, bacon y la pasta brisa y he vuelto a casa a ponerme manos a la obra. Lo primero que he visto es que se me ha olvidado comprar cebollas, que es algo que me pasa muy a menudo, no sé porqué. Mala suerte.
He puesto una sartén grande con aceite y mantequilla al fuego, y cuando se ha fundido la mantequilla, he añadido el brócoli ya limpio y troceado y lo he dejado que se fuera haciendo.
 En paralelo, he puesto en otra sartén el bacon. 
A los diez minutos he retirado ambas sartenes del fuego, y he puesto el brócoli en un recipiente para cocer al vapor en el microondas y lo he puesto dos minutos a la máxima potencia.
Luego he repetido la misma operación con los calabacines: los he cortado en láminas finitas y luego en cuartos, y luego los he salteado en la sartén y finalmente dos minutos al micro.
He batido dos huevos y he añadido el pote de leche evaporada y el bacon. He añadido sal y pimienta, bastante, ya que me ha parecido que tenía que compensar la sosez de la falta de cebolla, y he añadido la verdura cocida que he vuelto a cortar en cachitos más pequeños para que los comensales de esta noche no vayan a pensar que ha cocinado un ogro.
Por precaución he probado el mejunje y sorpresa, no estaba mal, me lo podría haber comido crudo, tipo ogro. Así que he decidido que ya estaba listo. Lo he vertido sobre la masa que ya había colocado previamente en la tartera, y ha sido entonces cuando me he dado cuenta de que a) me había olvidado el queso rallado y b) me faltaba un huevo. Es que no se puede estar en todo, inventando recetas, improvisando medios de cocción, recortando verduritas y haciendo fotos. Rápidamente, he subsanado lo dos errores añadiéndo el huevo batido y el queso por encima y removiendo con el tenedor,  siguiendo el magnífico precepto de la señora mumú, no fijation no notation.
Y entonces lo he metido en el horno que ya tenía precalentándose desde hacía un rato, que no todo se me olvida. Y he tomado la foto final antes de la cocción.
Y ahora han pasado cuarenta y cinco minutos y creo que es hora de ir a ver qué pinta tiene.
Bueno, pues sí, lo malo de inventarse las recetas, es que no tengo ni idea de cuánto tiempo tiene que estar en el horno. Las instrucciones de la pasta dicen entre 10 minutos y 40.... Por si acaso he apagado el fuego.

¡¡¡Mala pinta no tiene, desde luego!!!

22 de abril de 2012

Pastel de manzana para los demás

Con la historia de que cada dos semanas me traen una docena de huevos pero yo estoy a dieta, me salen los huevos por las orejas. Así que ayer no tuve más remedio que hacer un pastel para gastar unos cuántos, a sabiendas que si huevos no puedo comer muchos, pastel todavía menos. Afortunadamente convivo o casi con una garganta profunda. 
Casualmente tenía dos manzanas y más casualmente todavía, todos los ingredientes necesarios para hacer este delicioso receta de Bizcocho de Manzana de Aina, aunque con alguna pequeña variación sin la cual yo no sería yo. 
Y este es el resultado.

Sencillamente delicioso. Y no sólo porque me lo ha dicho la P. Porque una cosa es que no me lo pueda comer entero, pero a cachitos....

31 de marzo de 2012

The Wall Parte 2

Estaba yo contando cómo redecoré mi cajita de trufas.
El problema es que pintar todo el corcho de rojo se me hacía una tarea de titanes, y por mucho que contara con la ayuda de la P, no veía yo que tuviéramos muchas posibilidades de éxito. A parte que pasar de la caja de trufas a habitación roja total me parecía un poco exagerado. 
Así que lo que hice fue seleccionar una lámina de corcho de detrás del espejo y ver cómo quedaba. Primero apliqué con el rodillo un par de capas de tapaporos, y más tarde una capa de pintura. Con la primera capa, el resultado era tremebundo pero todo mejoró con la segunda y acabo de arreglarse con la tercera. 
Unos días más tarde, escogí mis dos primeras láminas y repetí la operación. No quedó perfecto pero afortunadamente lo pude arreglar, entre otras cosas porque escogí las láminas de arriba del todo de la pared y para ver los defectos había que subirse a una escalera y mirar con lupa, por lo menos yo que estoy cegata perdida.
Unos días más tarde, en vista de que me sobraba pintura, escogí otras dos, y luego otras dos. Así iba yo cuando afortunadamente una mano me paró y me dijo alto ahí o esto parecerá un tablero de ajedrez.
A regañadientes, tengo que reconocerlo, cerré el pote de pintura y di la operación por terminada.

No sé qué opinarán los gurús de la decoración, probablemente nada bueno, pero yo estoy la mar de contenta.

Sopa del Comidista

¿A que me lanzo a hacer una sopa con los restos de las hojas de alcachofa?
¡A que no!
Dicho y hecho. Después de preparar cuatro alcachofas como me enseño mi mamá, en una olla con un dedo de agua, sal y pimienta y un chorrito de aceite, me planto con mi súper tablet en el blog del Comidista y busco la receta que leí hace unos días. Le estoy dando un crédito más del que se merece, porque la anterior experiencia no fue muy satisfactoria que digamos, aunque admito que igual influyó la aportación personal a la receta...
A ver, aquí dice que limpie las alcachofas, esto ya lo he hecho, y que corte las puntas y/o los tallos, y que ponga todo eso en una olla a cocer 20 minutos. ¿Tú crees que cuando dice todo será todo todo?
Ni caso. Cojo todo lo que me ha sobrado, tallos, hojas y hasta migas de pan del bocata que me he hecho antes y lo pongo a hervir.
A la media hora, vuelvo a la cocina, y empiezo la operación minipimer. El caso es que el Comidista dice triturar, y yo lo único que tengo para triturar es mi minipimer. Enseguida me doy cuenta de que la voy a liar. Las aspas se enredan con la fibra de las alcachofas de mala manera. El pobre minipimer echa humo, así que voy parando de vez en cuando,  enchufando y desenchufando el minipimer, no sea que encima me triture los dedos, para poder arrancar los hilos, que son como pelos de barba de viejo verde. No estoy segura de estar haciendo lo correcto, lo que sí veo es que me está quedando la cocina hecha un asco. No me atrevo ni a hacer fotos.
Mientras tanto, echo un ojo a la receta: Pelar y picar los cebollas y los puerros y pocharlos 20 minutos.
Bueno, puerros no tengo, pero por ahí alguien ha comentado que le puso zanahorias.
Oyeeee, puedes buscar el comentario de las zanahorias?
¿¿¿¿Cómo???
Veeeeeeeeeeeeeeeeen.
La P deja su interesantísimo periódico y se acerca a regañadientes.
Que si me puedes buscar un comentario que dice que le puso zanahorias en vez de puerros.
¡¡Pero si hay más de 80!!
Pues es uno de esos.
Después de tres minutos, desiste:
No lo veo, no está.
¡Que sí que está!
No está, te lo habrás inventado.
¡¡¡¡Agggggggggh!!!! ¡¡¡Que yo estoy muy ocupada con las barbas, hombre!!!
Cojo la tablet y al segundo lo encuentro.
¿¿¿Y esto qué es???
Ñumff….
De castigo, lo pongo a pelar cebollas y zanahorias para continuar con la receta. Una vez pochado, añado las patatas. Como no tengo vino, le pongo un chorrito de brandy. Como dice mi amiga Mariana, hay que echarle imaginación.
Mientras se hacen, acabo de aplastar, triturar, y depilar mis alcachofas y paso todo por el chino, que es un aparato que me encanta, no sé si lo he dicho antes. Queda una cremita con un color verde sospechoso pero eso me lo callo y lo pongo a hervir.
Cuando hierve, añado las verduras y lo dejo 20 minutos.
Hmmm. Esto cada vez tiene peor pinta. Parece sopa de la bruja más mala de todos los cuentos. Cuando la patata está tierna, lo retiro del fuego, lo paso por el minipimer, esta vez sin problemas capilares, y luego por el chino.
Es hora de comer. Nos sentamos a la mesa y sirvo dos platos.
Espera, déjame probar primero, que no estoy yo muy segura.... Igual es un asco.
No, mujer.... si tiene ejem muy buena pinta....
Y ahora, se admiten apuestas.

20 de marzo de 2012

The wall Parte 1

Érase un apartamento algo vetusto y frío. Érase una habitación del apartamento forrada de corcho. Érase un gato travieso que gustaba de rascarse las uñas con el corcho. Érase finalmente una pared de la habitación destrozada a arañazos. Un buen día, decidí arrancar el corcho y le pido ayuda a la P. De eso hace dos años, y aún contando con la inestimable ayuda de la P, sólo arrancamos la mitad. Era eso o arrancar la pared entera, incluyendo las tuberías del baño, que está del otro lado. 
Y así se quedó durante dos años. Hasta que un bun día, harta de ver esos horribles desconchones decidí pintarla, contando de nuevo con la ayuda de mi oPerario favorito. 
Primero pusimos masilla en los agujeros, luego lijamos, volvimos a masillar y a lijar, así unas cuantas veces, durante varios fines de semana. Finalmente decidí que estaba lista para pintar, así que fui a comprar pintura. La idea era pintar la pared entera, incluyendo el corcho así que tras varias visitas a la droguería de la esquina, compré un esmalte apto para ambas superficies, por si acaso. Y compré un tapaporos para el corcho, y un liquido adhesivo para preparar la pared.  La primera capa quedó así, con las marcas de los desconchones a la vista, lo que le da un aspecto rústico que no me desagrada del todo. Una pared perfecta habría cantado demasiado.
Una vez los muebles puestos, quedó esto.
Pero esto no era suficiente, el resto de la habitación quedaba sin gracia, más bien horrible y en los días grises parecía una cajita de trufas pero sin trufas.
Asi que primero tiré las sábanas y me compré dos juegos nuevos mucho más bonito que ese, y también un tapete nuevo, a juego con no se sabe muy bien con qué.
Y entonces cogí el pote de pintura y volví al ataque.

29 de febrero de 2012

Impulsos

Pues lamento tener que reconocer que a Federico no le ha hecho ninguna gracia la cueva para gatos. Y a mi no me ha hecho ninguna gracia comprobar que soy un poco impulsiva y que no sólo tengo que devolver la casita sino también el Turbo Cepillo Felino, otro artilugio totalmente inútil que incluí en el pedido.
¿Cuánto te has gastado?
Pues la casita 23 y lo otro 15.
¿Y cuánto te costará devolverlo?
15.
Si es que a lista, no te gana nadie.

En mi defensa, tengo que decir que la cuevita era muy mona. Hace un rato, le he enviado un mail a la P.
Mira, ¡¡por fin ha entrado!!
Ehh, mentira cochina. Eso lo has hecho con Photoshop.
Vaya, cómo me conoce. Pero no es Photoshop, es la foto de la tienda, con un gato idéntico a Federico. Si es que se la saben todas para engatusar a personas sensibles como yo.

12 de febrero de 2012

Frrrrrrío

Hace tiempo que no hablo de Federico. No es que se haya ido de vacaciones, es que está hibernando. Y cuando Federico hiberna, hace como los osos: comer poco, dormir mucho, y encerrarse en sí mismo, aprovechando su manta natural. A veces no tiene más remedio que volver y entonces es cuando pasa esto
que se quema los pelos
o esto, que se busca una alfombra-zapatilla
O esto, que se intala bajo los focos
Así que como el pobrecito lo pasa cada vez peor, le he comprado una casita con calefacción. El no lo sabe todavía. Y ahora mismo no está para noticias, que hace 4º en la calle y unos 6º en casa, que hoy tengo la bomba de calor a tope. Pues eso, que cuando llegue la casita, igual me voy a vivir con él.

10 de febrero de 2012

Sombra aquí y sombra allá

Ayer por la tarde, llegué a casa dispuesta a arreglarme para ir a una fiesta. No es que fuera la gran fiesta de gala ni mucho menos, pero yo a las 8 de la noche, un día entre semana, y después de haber hecho una clase de pilates, no estoy precisamente radiante. Me miro en el espejo y decido que hoy es un buen día para ponerme una muestra de maquillaje de la Shiseido. Pero primero hay que lavarse la cara. Lo que pasa es que justo ayer me cortaron el gas y no tengo agua caliente, y con el frío que hace en mi casa… pues oye, abro el grifo, me echo un poco de agua fría y andando. Me seco. Cojo la hidratante, me la vierto en la mano, me la pongo en la cara, pero horror, resulta que como no llevo las gafas me he equivocado de pote y ahora tengo la cara llena de jabón. En fin, no tengo más remedio que lavarme bien. Con la esponjita y agua congelada retiro todo el jabón y me seco de nuevo.
Ahora toca la hidratante, pero como tengo prisa, me salto un paso y en lugar de la crema, cojo el pote de maquillaje, y me echo un poco en la mano, pero a dosis de hidratatante y me lo aplico.
¡¡Horror!! Intento esparcírmela pero me queda toda la cara blanca, parezco una japonesa. Normal, como que es de la Shiseido... ¿Qué hago? Cojo la esponjita de nuevo e intento retirar un poco. Me miro. No se ve tan blanca, me parece.... Me pinto la raya del ojo, me pongo rímel, sombra de ojos, me pinto los labios, me pongo colorete, me pongo las gafas, me miro de nuevo… y estoy fatal, ahora sí que doy miedo. Parezco una puerta japonesa. Cojo el jabón, la esponjita, el agua fría, lo retiro todo y me voy. Hoy a la fiesta voy de natural. Y a quien no le guste, que no mire.

1 de febrero de 2012

Crema de zanahorias, puerros y col


Muy contratuitivamente, tengo la nevera hasta los topes, por lo menos para mis estándares, y eso no me gusta nada. Tengo la sensación de que no podré acabármelo todo y que se me echará a perder. De manera que ayer noche, al volver del trabajo, decidí matar unos cuantos pájaros de un tiro y prepararme un crema de verduras. Los pájaros fueron: una patata, dos puerros, seis zanahorias, media col, y no puse los limones porque me pareció que no pintaban nada en esta receta, por mucha inventiva que tenga una.


Empecé cortando los puerros en láminas finas. Ya he aprendido que sólo se come la parte blanca y que los pelos se los puedo dar a Federico para que se piense que son una nueva mascota.
Luego corté las zanahorias en redondelitos que empezaron siendo muy finos pero los últimos trozos ya no tanto. Es que cortar zanahorias es muy aburrido...
Con la media col, me entró una duda existencial: así con las hojas tan apretaditas ¿hace falta lavarla? Por si acaso, después de cortarla a trozos, la lavé bajo el grifo.
Finalmente cogí la patata y la corté también en trocitos, que eso se me da muy bien.
Hasta ahí todo fácil.
La segunda parte se basó en la improvisación, experiencia anterior y sentido común, que algo de eso tengo. En una cazuela puse un resto de mantequilla, un chorro de aceite y cuando se fundió la mantequilla eché los puerros y las zanahorias. Enseguida me di cuenta de que las zanahorias deberían haber ido después, así que intenté  sacar los trocitos a mano, pero no pude con todos.
Mientras tanto en una olla, puse agua a hervir con una pastilla de caldo de verduras y mi col higienizada.
Fui removiendo los puerros con las zanahorias invitadas, y al ratito volví a añadir las expulsadas para que se reunieran con sus hermanas, tapé la cazuela y me fui a whatsappear un rato, que no es que esté yo enganchada, nooo...

Cuando volví al mundo de los mortales, la verdura se estaba empezando a pegar, así que con un cucharón hice una emulación del traspaso del Tajo con el caldo y la col. A la media hora, di por terminada la cocción con el criterio inapelable me he cansado de esperar
Entonces con mi nuevo minipimer, trituré la verdura y luego la pasé por el chino, que también estaba sin estrenar. Me quedo una crema finísima con un color naranja y un olorcito buenísimo.

El resultado es que me comí dos platos enooormes y se me olvidó hacer la foto del plato, así que este es el tupper que le he preparado a la P.
Por cierto este fin de semana me instalo en su casa, porque quedarme en la mía o meterme en la nevera, ahora que ya hay más sitio, viene a ser lo mismo.