29 de marzo de 2011

Estas son las mañanitas

Esta mañana la P me ha despertado con unas "mañanitas" versión flamenco-rock:

Estas soooon
las mañaniiitas
que te caaanto
yo a tiiii
para mi niña bonita
te la canto
tal que asín.

Despierta niña despierta
miraa que amanece yaaa
ya los pajarillos cantan
la luna ya se metió.
De tó.

Me ha encantado.
Cinco minutos después, me ha llamado mi madre y me ha cantado algo más parecido a la versión original.
Media hora después ha sonado el móvil. Era el mosquito mayor, pero no me ha cantado nada.
Por la noche, delante del pastel, la familia al completo ha vuelto a cantar. Igual, igual, igual que la familia ésta que cantaba y era tan feliz.

14 de marzo de 2011

Civismo

Esta mañana de camino al trabajo, he flipado con la cantidad de basura que he visto en la acera. No es que hoy sea el día especial de la basura, simplemente hoy he hecho recuento de la porquería: colillas, paquetes de tabaco, bolsas de plástico, ropa vieja, envoltorios de comida, botellas, papeles, bocadillos a medio comer, chicles, caca de perro, kleenex sucios, sin contar la indescriptible y habitual porquería que se acumula al lado de los containers y no precisamente por generación espontánea.

Inmediatamente, he recordado las aceras impolutas de las calles de Tokyo. Y luego me he puesto a pensar en las colas que hacen los japoneses, en el aeropuerto, en el supermercado, gestionadas eficazmente.  Nunca he visto una cola desaparecer tan rápido como en un onsen de Tokyo: cuando llegamos, había por lo menos 100 personas en la cola, que fueron despachadas en menos de 10 minutos. O al llegar al aeoropuerto de Narita, la cola de inmigración, donde nos juntamos por lo menos los pasajeros de tres aviones, fue atendida en menos de lo que canta un gallo.  Otro detalle: en el metro, a intervalos regulares, hay unas rallas en el suelo que indican dónde hacer la cola, es decir justo a la derecha de donde van a quedar las puertas, para permitir que salgan primero los que están dentro sin que  se tropiecen los unos con los otros.

Cuando estás ahí y lo ves piensas, qué orden, qué disciplina, qué falta de espontaneidad, qué aburridos, qué borreguismo incluso. Pero aaaah, vemos ahora las imágenes en la tele de gente haciendo cola ordenadamente para aprovisionarse en los súpers, para comprar agua, o para llamar por teléfono, sin empujones, sin histerias, sin violencia, sin saqueos, y piensas, esto en el resto del mundo no pasaría jamás. Y aquí menos, muchísimo menos.

Y francamente serán borregos, pero cuándo pasan desgracias como el terremoto, ¿qué es mejor? ¿Eso o esto?
Por cierto, como tengo la mente puesta en Japón, ahora sí, chicas que no me leéis, me he decidido por fin a escribir nuestro estupendo viaje.

13 de marzo de 2011

Japón

Horrorizada estoy viendo las imágenes y leyendo las noticias del terremoto de Japón. Además cuando has viajado a un país donde luego ocurre una desgracia como ésta, sientes cierta proximidad, por la gente que conociste y sabes que lo está pasando mal, y por los sitios donde has estado y ves cómo están ahora.

Tomé esta foto de un cartel que avisaba de peligros de tsunamis en la playa de Kamakura, hace casi dos años.


Calculo que de este cartel, como de muchas otras cosas, como de cientos de miles de casas y de muchos miles de personas, no debe de quedar ni rastro.

Día de lluvia

En los días de mal tiempo, por ejemplo hoy sábado, da mucha pereza y frío salir a desayunar. Así que improviso con las pocas provisiones que hay en la nevera y me decido a hacer mis primeros huevos a la mexicana.

El resultado es este:

La bola roja es un queso babybel que no pinta nada en este plato pero es que realmente no había nada más en la nevera.

Mientras tanto, Federico y la P. leen el periódico digital.