27 de enero de 2012

La P y los guantes

Si hay algo que odio con toda mi alma es ir cargada coma una mula.Me pongo nerviosa a más poder y hay momentos en que lo soltaría todo y me iría corriendo. Si encima tengo que coger la moto, todavía es peor; más de una vez he soltado alguna bolsa a medio camino, o he tirado el casco porque me estorbaba o la he dejado con el motor encendido por querer irme rápidamente.
Hoy viernes, estoy en el despacho y suena el teléfono. Es la P hablando entrecortadamente:
Oye, ¿dónde guardas los …. de la moto?
¿¿Qué qué??
¿Qué dónde… los guantes de… moto?
No entiendo nada, ¿qué dice de los guantes mi moto?
¿Estás en mi casa?
Sí, estoy en tu casa. Estoy buscando los guantes de tu moto, ¿dónde los dejas?
Pues dentro del casco, ¿pero para qué los quieres?
Se oyen ruidos y movimientos y casi respiración asistida.
¿Pero se puede saber qué haces?
Aquí no están.
¿Ah no?
No señora. ¿Sabes dónde estaban? Te los has dejado encima de la moto.
¡Qué me dices!
Los guantes que te regalé en Navidad, ahí estaban, nuevecitos, immaculados, bien puestos sobre el sillín. Mientras venía hacia aquí, he pasado por el lado y los he visto.
¡Eeeeehhh que esos guantes me los compré yo!
Bueno, da igual, la cuestión es que te los has dejado encima de la moto. Toda la noche.
¡Qué dices toda la noche! Si no cojo la moto desde el miércoles.
Qué cosas….

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